jueves, 26 de noviembre de 2009

De nuevo a vueltas por Lima


Aquí no hay que mirar al cielo por si llueve. En Lima todavía amanece con muchas brumas que ocultan el sol hasta bien entrada la mañana. Luego aparece con bastante fuerza y cuando se oculta hace un poco más fresco que los días de la playa, pero nunca frío.
Hoy, después de desayunar hemos montado en un taxi para ir a ver el Museo de Oro del Perú; el caso es que para las diez y media estábamos allí y en la misma puerta nos han señalado el letrero con el horario que claramente indicaba la apertura para las once y media. O sea que teníamos una hora para pasear y como allí es una zona de casas muy, pero que muy bien y todas ellas con tapias altísimas, pues eso, hemos paseado entre tapias sin ni siquiera tener el gusto de ver cómo son los edificios.
Unos minutos antes hemos vuelto y ha empezado a llegar gente con el mismo propósito que nosostros. A la hora fijada han abierto y hemos ido entrando; como es un museo privado la entrada vale más de treinta soles y si quieres comprar el CD con la visita virtual al museo, diez soles más; y si quieres un audio que te explique la visita, cinco dólares más. No hemos comprado ni lo uno ni lo otro y aunque en la entrada nos han dicho que había pocos letreros explicativos, yo creo que eran sufucientes. Aunque es el museo de Oro del Perú, por fuerza al entrar entras al museo de las Armas que también está alli. Por lo visto el que reunió las piezas arquelógicas de oro que forman la colección exhibida, también fue aficionado a coleccionar armas y demás parafernalia relacionada con ellas y aunque hemos pasado deprisa porque no les tenemos demasiada afición no hemos dejado de ver un maniquí completamente uniformado que representaba al Generalísimo y una pistola que le regaló al argentino Videla. Un poco más adelante estaba Pinochet, amigo de ambos y también uniformado. Y muchos uniformes militares y muchas armas, pistolas etc. monturas, espuelas y demás. Como comprendemos que hay gente a la que le gusta este museo, pediríamos que los dos tuvieran entradas diferentes, o sea que no hubiera que pasar por uno para visitar el otro.
En el museo de Oro hemos visto infinidad de piezas de ese metal, también de plata y de bronce y nuevamente algunas vasijas y estauillas de cerámica. De una forma u otra la mayoría de las piezas o similares ya las habíamos visto en los innumerables museos y lugares arqueológicos que hemos visitado en estos dos meses. Y nuevamente la explicación de que tantos utensilios de los diferentes materiales no eran de uso cuotidiano, sino presentes que se utilizaban en ceremonias o se dejaban en las sepulturas para uso de los que allí se quedaban.
Como no se podían sacar fotografías no tenemos constancia gráfica de este museo, pero sí de que es bastante interesante.
Por si fuera poco, después de éste hemos ido al museo de la Nación, para lo que nos hemos trasladado hasta allí en en nuevo taxi. Antes, hemos comido algo en la cafetería del edificio. Es una construcción b
astante mastodóntica, de cemento y por dentro, inmensa en espacio y altura. El taxista, que sabía a dónde íbamos, sólo al llegar nos ha dicho que allí no había nada, que ese palacio sólo lo usaban ahora para convenciones. Y no era del todo verdad porque dentro hay una muestra de todas las culturas y está expuesto todo de una forma sencilla y clara, sin demasiadas explicaciones, pero muy bien secuenciado y con muestras bonitas. También hay una pequeña exposición de arte popular. Y con esto hemos terminado nuestras visitas culturales de hoy. Mañana nos iremos de excursión a unas ruinas que hay cerca y Josune me amenaza con que el sábado nos queda un museo de antropología o algo así.

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