domingo, 8 de noviembre de 2009

En Trujillo de visitas


En Trujillo nos hemos instalado en un hotel algo ruidoso por la noche y por el día y no por la calle, pues nos dieron una habitación interior, sino por un grupo de jóvenes que ha pasado por aquí y la situación de las habitaciones; todo eso.
Ayer por la mañana fuimos a Chan Chan, que son estos arquelógicos de palacios y recintos sagrados de la cultura chimú, y nos han sorprendido por dos cosas, sus dimensiones extrordinarias y y el color de todo el conjunto que es de adobe y por lo tanto éste da al conjunto un claro color terroso. Las guías y nuestro de guía dicen que es la ciudad de adobe más grande del mundo; y no me extraña pues tiene unos espacios inmensos y son extraordinarias también la longitud de sus murallas.
Emplazada en pleno desierto, en época precolombina se las ingeniaron para agenciarse el agua del subsuelo y en medio de tanto color marrón, sorprende un gran pozo rodeado de verdor y juncos.
Por otras parte en este conjunto se repite lo que hemos visto en otros sitios: las autoridades religiosas y políticas hacían uso exclusivo de estos espacios y el pueblo trabajador vivía fuera de las murallas; así quedaba a salvo el misterio que envuelve siempre lo sagrado y transcendental. Para esta visita contratamos a un guía que nos puso al tanto del uso de los espacios y algunos detalles más. Hay que considerar también que esta ciudad de unos 28 km cuadrados es uno de los nueve sitios con residencias reales y templos que existieron en su tiempo; cerca se ven muros semiderruidos que confirman esa existencia. El tiempo y parece que el fenómeno del Niño, han hecho estragos en las instalaciones; ahora están restaurando grandes espacios. En su día debió ser un sitio de un gran explendor y dicen que, al conquistarlo, los incas lo respetaron; no así los españoles que lo saquearon ávidos del oro y plata que allí había. Sin comentarios.
Ávidos de la plata de hoy día son también algunos de sus descendientes que si no andas listo te sueltan cinco o diez soles más por cualquier prestación. De todas formas casi siempre se te queda cara de tonto porque nunca sabes bien si no te han timado. Y es que al no llevar los artículos precio, muchos aprovechan el verte extranjero para abusar, otros no, claro.
Con todo Trujillo es una bonita ciudad. La plaza de las Armas es preciosa; la rodean totalmente casas-palacio, con sus colores pastel y como además no hay alturas mayores el efecto ees muy bueno. Por las calles cercanas
abundan también las casas palaciegas del tiempo de la colonia y cuyos dueños casi siempre eran generales y gente de alto rango y ahora han quedado muchas en manos de los bancos. Y así ya estamos a 8 de noviembre; un poco en la cuesta abajo de nuestro viaje. Pero todavía tenemos días.

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