lunes, 2 de noviembre de 2009

en el callejón de Huaylas


Esta mañana a las siete una empleada de la agencia ha tocado en nuestra habitación para preguntarnos si queríamos ir hoy a la salida hacia el macizo de Huascaran, ya que aparentaba que iba a hacer buen tiempo y visto que comienzan las lluvias, no era cosa de desaprovechar. La verdad es que no se si era esa su intención exactamente y que además nosotros habíamos elegido éste como día de relax y paseo por el pueblo. Josune que sintió algo ayer la vuelta a la altura, quería seguir algún tiempo más en el pueblo; por eso en principio les hemos dicho que no.
De todas formas ella ya de mañana se sentía bien y ha decidido ir, así que nos hemos preparado rapidamente y hacia las nueve ya en el vehículo de la agencia, ha comenzado la búsqueda de otros diez u once compañeros de viaje en sus diferentes hoteles. Concluida ésta el guía, como de costrumbre, se ha presentado y ha hecho un breve resumen de lo que sería el día.
En principio hemos visitado Carhuaz y por éste y todos los pueblos que hemos pasado, al ser 2 de noviembre, gran cantidad de gente acudía con flores a los cementerios. Y lo que de verdad nos ha sorprendido han sido los atuendos con que iban ataviadas la mayoría de las mujeres: sombreros adornados profusamente con flores y faldas y blusas de colores vivos, destellantes, la mayoría. La verdad, era un
espectáculo. En Carhuaz son famosos los helados naturales, aunque a esas horas de la mañana a casi nadie le han apetecido. Problemas del guión.
A continuación hemos ido a Yungay. Durante el trayecto el guía nos ha explicado la catástrofe que sucedió en este pueblo el 31 de mayo de 1970. Ocurrió que tras un fuerte terremoto, la masa de nieve y hielo que hay en la cima de Huascarán se precipitó arrastrando a su paso toneladas de barro y piedras que dejaron completamente sepultado el pueblo. Actualmente existe edificado de nuevo en un sitio diferente.
Allá hemos ido y nuevamente hemos visto gran cantidad de gente acudiendo al cementerio, las mujeres ataviadas como habíamos visto en Carhuaz, y a continuación acudían a comer en puestos que tenían distribuidos por el campo. Cuando hemos visitado algunas muestras del desastre, hemos proseguido el viaje hacia la laguna de Llanganuco.
La subida ha sido bastante pesada ya que ha sido por una pista llena de piedras, a botes y muy despacio. Al fin hemos llegado y el paisaje, desde luego, no es el desierto de ayer. La laguna se alimenta del glaciar de Huascarán que está encima, dos mil metros más arriba. Aunque el día ha sido bueno, no ha llovido, tampoco hemos podido ver la cima del monte porque no ha despejado en todo el rato que hemos estado allí. Después de un buen rato hemos bajado a Caraz con bastante hambre para comer y luego hemos visitado una fábrica de
manjares. Lo que aquí llaman manjar es el dulce de leche de Argentina y a mí no me gusta en absoluto.
También, ya bastante tarde, y en Huaraz, hemos visitado un Centro de Cerámica; allí el ceramista nos ha hecho la demostración de crear con el torno un recipiente-florero en unos segundos. Ha sido bonito verlo. Comprar cerámica ya es otro cantar.



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